viernes, 4 de junio de 2010

Nubes de tormenta

Habían pasado 4 meses desde que nuestros amigos llegaron a Gáttika. Su vida transcurría tan feliz en aquella alegre y acogedora ciudad que apenas se percataban del paso del tiempo. Los dias transcurrían entre las ruínas del templo y la ciudad. Todo el mundo, humanos y felinos, se habían encariñado con ellos. Siempre tenían un plato de comida disponible y una mano amable que los acariciaba o los sentaba en su regazo. Sotirakis, Katerina y los demás,
les habían enseñado todo lo que había que saber. El idioma no era problema, pues es sabido que el "gático" es un idioma universal y que los gatos pueden entender todas las lenguas humanas.

Pero si que se habían producido algunos cambios durante aquellas 4 lunas.
Había llegado un nuevo gato, OREXOTAS, que estaba destinado a cumplir una misión, como todos ellos.

En su camino había encontrado a RÓMULO, precioso gato de largo pelaje blanco y negro, procedente del GRAN JARDÍN. Habían caminado juntos un trecho, pero RÓMUL
O estaba destinado a vivir en el BOSQUE de HUNDERTAUGEN, como todos los gatos del jardín. Su padre, MATÍAS, había quedado consternado al verle. Era un gato tan jóven y soñador, que nadie hubiera esperado verle tan pronto en HUNDERTAUGEN, pero así eran los clarooscuros del GRAN JARDÍN. La vida y la muerte se alternaban en una danza frenética. De hecho, su hermano gemelo, REMO, había concebido dos gemelos, casi iguales a ellos. La historia parecía repetirse una y otra vez....
Después de mucho desearlo, DANDY y GINA, habían logrado regalar a sus queridos humanos aquellos
pequeños gatitos siameses que estaban al cuidado de los ancianos, ya que estaban en peligro.
Sus humanos los habían recogido y les habían llamado ATHINA y BIZCOCHITO. ATHINA, la joven gata de ojos turquesa, había parido 5 gatitos muertos, sin saber porqué razón. Pero apartir de ahora ya nadie podría hacerles daño. Los dioses, estaban de su parte, pero esto era en otro lugar, lejano en el espacio y el tiempo....
Todo parecía de nuevo en orden y la paz y la alegría reinaban en Attika. La primavera que había llenado de flores amarillas las ruinas, había dejado paso al calor y los gatos se protegían de el a la sombra de las vetustas piedras y columnas, que tanta historia y pensamiento humano habían contemplado. 5000 años atrás, todo había empezado allí. Por eso aquella ciudad era única, no tenía fin.
Fué aquella tarde con su puesta de sol rojiza, cuando sucedió algo que hizo que todo cambiase de pronto. Desde el norte, comenzó a llegar una negra y densa nube que poco a poc
o y en silencio, cubrió toda la ciudad. Parecía que el sol había desaparecido. El GRAN AZUL, se había vuelto gris. El ambiente se había vuelto denso y asfixiante. Los habitantes de la ciudad, habían perdido la alegría. Faltaba el trabajo y el dinero y todo el mundo estaba descontento. En las calles céntricas, los ánimos estaban exaltados y se sucedían las algaradas. Ya nada era como antes por culpa de aquella terrible nube gris.
El consejo de gatos de Attika se reunió una noche con gran urgencia en las ruínas del templo. Había que tomar una determinación, para salvar a Gáttika y a sus habitantes. Todos los gatos estaban presentes.
Uno de ellos, de pelaje negro y que parecía bastante anciano, se dirigió a una imponente gata tricolor de largo pelaje y mirada profunda, que estaba recostada en una de las Caríatides de templo. "APATXIA, tu, como bibliotecaria mayor de la Academia, deberás buscar en los antiguos textos. OREXOTAS deberá ayudarte en tu tarea. Debeís apresuraros. La situación es cada vez más acuciante. Debemos evitar que la crísis sea irreversible.
"Vamos pues", diho APATXIA, "no perdamos ni un minuto" y salió caminando erguida y con la cola en alto, seguida de OREXOTAS.

martes, 5 de enero de 2010

GÁTTIKA, la ciudad sin fin

Nuestros amigos habían cumplido una parte muy importante de su viaje. Habían devuelto la felicidad a sus humanos. Lo que parecía imposible, había ocurrido y un pequeño gatito habia llevado de nuevo la luz a aquella casa , que en otro tiempo fuera la suya. Tenían un sentimiento agridulce. Les hubier gustado ser ellos los que volvieran, pero así era como funcionaban las cosas.
Pasado un tiempo, SOFÍA les dijo que ella debía volver a su templo, pero ellos debían continuar su viaje.
"¿A donde nos dirigiremos?", preguntó DANDY. "Vais a visitar la llamada CIUDAD SIN FIN, la ciudad de la que procede la civilización actual. Por sus calles, ahora en ruinas, pasearon los más importantes sabios de la antigüedad. Allí debereís encontrar a una gata muy especial que necesita ayuda para resolver un grave problema de los humanos, pero no os cuento más. Está lejos y deberíais recorrer unos montes muy escarpados, pero volareís sobre ellos, con ayuda de unas grandes aves. Os aseguro que será una experiencia única. La ciudad que vais a visitar es irrepetible".
Fue otra de aquellas noches de despedidas y promesas de volver a verse, topadas y algo de nostalgia.
Con el amanecer, llegaron aquellas grandes aves de enormes alas, que planeaban y lanzaban gritos estridentes. No sin algo de reparo, nuestros amigos se situaron entre su plumaje, pues el aire de Noviembre empezaba a refescar. Volaron durante horas, sobre montañas y valles, como en una especie de sueño. Era ya el atardecer cuando avistaron el brillo tornasolado del gran azul y rodeando a formas irregulares de tierra y muchas pequeñas islas.
Empezaban a descender y esto producía una cierta sensación de vértigo. las tardes eran cortas y empezaba a anochecer. A lo lejos todavía, vieron la ciudada, inmensa y tachonada de millones de pequeñas luces y en su cumbre y coronando todo, una bella construcción blanca, sostenida por columnas. Un antiguo templo dominaba la ciudad de GÁTTIKA, la ciudad intemporal, la ciudad sin fin.
Estaban agotados tras tan largo viaje y se acurrucaron a dormir entre antiguas piedras que tanto habían visto. Durmieron de un tirón y ni siquiera soñaron.
La mañana les halló acurrucados unos a otros para evitar el relente matutino.
"Eh, arriba holgazanes. Cómo podeís dormir con toda una ciudad por descubrir. Seguídme, primero comeremos algo". Quien así hablaba era SOTIRAKIS, un joven gato pardo. Era el gato del arquitecto conservador de las ruinas. "Bajaremos a la ciudad. Sus habitantes son benévolos con los animales. Ellos nos ofrecerán algo rico para reponer fuerzas". Vagaron un rato por estrechas calles llenas de gente que se sentaba en los cafés. Hablaban y reía felices, Otros entraba en las tiendas llenas de todo tipo de objetos. Los amantes tomaban café en pequeñas jarras de cobre y se miraban a los ojos, como si todo el bullicio a su alrededor no existiese, esperando que la magia que les envolvía, durase para siempre o, al menos, hasta la próxima primavera.
Subieron por una calle con una escalera escarpada. En la puerta de una tienda de objetos de cuero les esperaba una gata parda de pelaje denso y rayado. Era KATERINA, la gata reina del barrio antiguo. "Son ellos", dijo SOTIRAKIS. Sin más dilación KATERINA entró en la tienda y se restregó en las piernas de una humana que salió a la calle. "Vaya, KATERINA veo que tienes nuevos amigos". Sin pensarlo dos veces les ofreció un plato con comida, que devoraron mientras la humana les hablaba con afecto. "Esta es una ciudad amable"dijo KATERINA, "en la que los humanos viven en armonía con los demás animales, es una antigua ciudad en la que todos, gatos, humanos, perros, palomas, somos ciudadanos por igual. Seguro que os gustará vivir en GÁTTIKA."