SÁBADO: sigue lloviendo, asi que sigo contando....
Yo llegué a mi nueva casa un 23 de Abril.
Bueno, los que conoceís a Gina, ya imaginareís que al principio no me lo puso demasiado fácil. Ella había llegado antes y me lo hacía saber. Yo era un cachorro juguetón y travieso y ella era una damita joven, poco dispuesta a aceptar pequeños intrusos. Si ella supiea lo que la esperaba.... Depués de alguna escaramuzas y de ponerla en su sitio un par de veces, ella me aceptó y acabamos jugando al escondite. Yo respetaba su espacio y ella el mio. Era una experta en dormir en las posturas más inverosíiles y en tirar cosas pequeñas desde los estantes. Disfrutaba viéndolas caer. Tenía un sentido del humor muy especial. Podía hacer a mayor de las travesuras y luego ponía su mirada angelical para que nadie sospechara de ella.
Llegó el calor y nuestros humanos desaparecieron durante unos días. En su lugar, vino a cuidarnos otra humana que no hablaba como ellos, tenía un extraño acento. Fue una alegría volver a verles, porque en los pocos meses que llevávabamos juntos, les había cogido un gran cariño. Cuando todo parecía tranquilo de nuevo, el árbol de nuestro balcón se volvió amarillo y empezó a hacer frío. Un buen día, aparecieron con un diminuto gatito gris que parecía muy enfermo. Estaba muy delgado y sus ojos estaban llorosos. Estuvieron curándole con gotitas y otras cosas, pero uno de los ojos nunca llegó a quedar normal. Ya habreís maginado que aquel cahorro tan desvalido era nuestro amigo PUSHKIN, aquí presente. Desde el princpio nos hicimos amigos y yo le veía tan frágil, que siempre intentaba protegerle. Nuestra humana nos comparaba con"el gordo y el flaco". Pushkin no era un gato fuerte como le veís ahora. De hecho, no tuvo tiempo de alcanzar e tamaño de un adulto.Después de los meses de calor se puso enfermo y ya no le ví más. Siempre le eché de menos, porque no volví a tener otro amigo tan querido. Ni siquiera su hermano TUSHA, que le sucedió, fué capaz de llenar aquel hueco. Pero esa ya es otra historia.....
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