lunes, 11 de junio de 2007

La oreja de Gina
















































Descansabamos sobre una pradera cubierta de césped. El calor era asfixiante, así que dediqué la hora de la siesta a meditar sobre mi última conversación con Dandy. Me había sorprendido sobremanera aquella faceta de los humanos, tan desconocida para mi. Seguro que no todos eran tan crueles. No podía imaginar a Ama ni a Amo dejando desamparado a ninguno de nosotros. Me preocupaban también las últimas palabras. Especies extinguidas, mundo en peligro. Tendría que averiguar más sobre ese tema. Quizás se pudiera hacer algo desde aquí para ayudarles.


Me revolví inquieto y no pude evitar chocar con Gina que dormía enroscada a mi lado. Su pelo grisaceo era tan brillante a contraluz que parecía formado por hilos de agua. Abrió sus ojos azules y se desperezó. Entonces me di cuenta que llevaba una especie de corte en una de sus orejas. Nunca me había fijado en ello pero realmente, en todos los años que pasamos juntos, nunca habíamos estado tan cerca.
"¿Que pasa?, me dijo, porqué no descansas como los demás?. Necesitamos reponer fuerzas. El camino será largo. ¿llevo algo en el pelo, que estás mirando?".
"Me estaba fijando en ese pequeño corte que llevas en la oreja. Me preguntaba si era resultado de alguna pelea. Nunca había reparado en el".
"Ah, ¿te refieres a esto?, dijo señalando su oreja derecha, "es una marca que me hicieron los humanos, cuando era muy jóven y vivía en el jardín. Por lo visto, significaba que estaba operada y que ya no tendría gatitos ".
"Ahora que recuerdo, cuando cumplí un año, empecé a pensar en las gatas y a marcar mi territorio. Estaba nervioso y maullaba con voz grave por las noches. Entonces nuestros humanos me llevaron a un lugar, en el que me pincharon y me quedé dormido. Al despertar, me sentía mareado y algo diferente. Mi territorio dejó de preocuparme, aunque seguía siendo mio, por derecho. Seguían gustándome las gatas, pero de una forma mucho más tranquila. ¿Supongo que a mi también me operaron, no?".
"Pues si. Los humanos lo llaman esterilizar", dijo Gina.
"¿Porque molesta tanto a los humanos que nos reproduzcamos y tengamos gatitos?. Siempre que traían gatitos a casa, me parecían muy graciosos."
"Bueno, no se trata de crueldad ni nada parecido", dijo Gina. Es una forma de evitar que muchos de nosotros nazcan en la calle y sufran enfermedades, soledad, maltrato o atropellos. No todos tienen tanta suerte como nosotros, ¿sabes?. De alguna forma, los humanos se sienten responsables de nosotros, puesto que fueron ellos los que nos sacaron de la naturaleza, intentando domesticarnos."
"¿Que es eso de domesticar?, preguntó Pushkin, que acababa de despertarse y seguía nuestra conversación con gran interés.
"Es algo que iniciaron los humanos de hace muchísimo tiempo, cuando aún iban vestidos con pieles y empezaron a buscar lugares estables para vivir. Fué relativamente fácil con otros animales, como los perros, pero nosotros los gatos nunca nos hemos dejado manipular, a no ser que nos convenga. Hasta el gato más amable, conserva su lado salvaje".
"¿Habeís visto alguna vez uno de esos animales que llaman perros?", preguntó Pushkin.
"Seguro que visteis más de uno por la ventana, pero no reparasteis en ellos", dijo Gina. "Tal vez en el bosque de Schatten tengamos algún encuentro con alguno de esa especie. Debeís saber, que los cielos de todos los animales limitan con dicho bosque, así que no os sorprenda ver a otros no gatos".
"¿Pueden ser peligrosos?", preguntó Pushkin.
"En absoluto, recordad que esto es el cielo y que aquí reina la armonía entre todas las especies. Tan solo falta convencer a los humanos, pero parecen muy duros de pelar".