domingo, 27 de mayo de 2007

Primera jornada

Caminamos durante varias horas bajo una enorme extensión de frondosa y fresca vegetación, que nos protegía del sol y el calor. Eran helechos que nos cubrían totalmente, así que nos movíamos inmersos en un mar de un intenso color verde y no veíamos lo que nos rodeaba.
Dandy parecía conocer el camino y tenía un gran sentido de la orientación, estoy seguro de que de no ser por el ya nos habríamos perdido. Me pregunto si ya habría hecho antes este viaje.
Los helechos empezaron a clarear y llegamos a un valle amplio, lleno de árboles plagados de flores rosadas.

El calor empezó a hacerse sentir y Gina insistió en parar a descansar y comer algo debajo de uno de aquellos árboles. Después de unos pocos preparativos, todo estuvo listo. Comimos de nuestras latitas de reseva y nos echamos un rato a dormir.

"A partir de ahora", dijo Dandy, "será mejor que evitemos las horas de calor, que solo nos producirán desgaste". "Podemos ganar tiempo si descansamos durante estas horas y avanzamos en las horas del amanecer y el crepúsculo, que es además cuando nuestra vista es más aguda".

Mientras dormitaba, levanté la vista hacia el árbol que nos daba sombra. ¿Dónde había visto antes aquellas frutas de color rojo oscuro?. De pronto lo recordé. Eran aquellas frutas que Amo y Ama llamaban cerezas. Recuerdo que me divertía mucho cogiéndolas del rabito y salía corriendo a jugar con ellas sin que Ama se diera cuenta. En mis sueños, volví a recrear todo aquello. Mis recuerdos, que me acompañaban siempre.


No puedo precisar cuanto tiempo había pasado con aquella ensoñación. De pronto, noté el frescor del relente y mi mente empezó a aclararse. Observé que el grupo empezaba a ponerse en marcha. Me estiré, primero el lomo, luego una pata, luego la otra. Bostecé unas cuantas veces y me dispuse a continuar con nuestro camino. Me gustaría saber a dónde nos dirigíamos y si realmente valdría la pena haber abandonado nuestras comodidades.



El sol empezaba a declinar y nuestras sombras empezaban a alargarse cada vez más.
Dandy se situó a mi lado. "¿Hacia dónde nos dirigimos?", pregunté. "Si vamos a buen paso, tal vez mañana por la noche o pasado, lleguemos al Bosque de Schatten". "Es un bosque oscuro, frondoso y no exento de peligros, pero no te preocupes, encontraremos ayuda y seguro que no será tan terrible como parece".
Anduvimos entre las sombras, sin temor, pero, de pronto, escuchamos a lo lejos sonidos que parecían de tormenta. En poco tiempo, gruesas nubes de color gris plomizo oscurecieron la poca luz que quedaba del día. Parecía muy amenazador, así que, decidimos de común acuerdo, buscar cobijo en elguna cueva y continuar pronto con las primeras luces del día siguiente. Por suerte, no tardamos en encontrar una cueva acogedora y allí, pasamos la noche.



La noche fué tempestuosa. EL sonido de los truenos nos sobresaltaba a cada momento. Los rayos convertían la noche en día, pero nos sentíamos seguros. Estabamos a cubierto y juntos.