En un lugar muy lejano en el tiempo y en el espacio había una granja en la que vivían muchos animales diferentes. Vivían en paz, cuidados y mimados por sus humanos. Vivían felices en libertad, bajo el sol y la luna, sin estar confinados en cubículos. Criaban a sus pequeños sin miedo a ser separados ni maltratados.
Había caballos y burritos que trotaban alegremente. Verlos retozar con sus crines al viento era un placer para la vista.
Vacas y toros que pastaban en paz en la dehesa . Ya nadie los separaría ni maltrataría por diversión o crueles tradiciones ancestrales.
Los cerdos disfrutaban a su manera, chapoteando y revolcándose en su ciénaga con sus sonrosados cerditos. Tomar baños de belleza en el barro les daba vida y placer
Los patos y sus pequeños de amarillo plumón nadaban en fila en un gran estanque y caminaban sobre el césped con paso algo torpe. Cuando el más curioso quedaba rezagado, mamá pato volvía atrás para reunirlo con sus hermanos y evitar que se perdiera.
Gallos y gallinas cacareaban y se contaban historias sin parar. CANSINO, el gran gallo de plumaje negro y gran cresta y espolones rojos era el encargado de despertar a todo el mundo en cuanto apuntaba el sol por el horizonte. Era una gran responsabilidad y no fallaba ni una mañana. Incluso cuando no hacía sol, parecía que llevase un reloj en su interior.
Y también estaban las ovejas que balaban y balaban y repetían siempre su mismo soniquete..,. Balaba una, balaban todas, una y otra vez. Parecía que se daban constantemente la razón, como si estuvieran siempre de acuerdo. Pero esto no era totalmente cierto.
Su perro guardián las tenía siempre bajo control pero , no a todas. Aunque así pareciera, no todas las ovejas eran iguales. Había una oveja que disfrutaba mucho saliendo a recorrer el mundo fuera de la granja, aunque siempre volvía. Era un espíritu libre.
También sabía comunicarse con animales de otras especies y lugares.
Sabían que dichas ovejas eran terreno abonado y efectivamente escucharon toda aquella basura y maledicencia con auténtica fruición.
De pronto, ya nadie hablaba con ella, solo el perro guardián. Todas le dieron la espalda. Se convirtió en un ser marginado aunque ...,¿quién las necesitaba?. Tenía muchos amigos fuera de la granja y acabó por ignorarlas con el tiempo. Simplemente, siguió con su vida....
Aquellas urracas llamaron a otras y aquel mundo feliz se vio invadido por una densa nube negra de urracas que tapaban el sol y dejaron sus rastros por toda la zona del redil. Las ovejas comieron las semillas de aquel fruto rojo que quedaron esparcidas por todas partes .
"Fantástico, todo está saliendo según lo planeamos ", comentaron las urracas.
STRATOS, el inteligente perro pastor, previó lo que podía pasar. Además la oveja viajera le contó lo que había entendido de las conversaciones entre las urracas. Trató de avisar a aquel grupo de ovejas de lo peligrosas que eran aquellas semillas tóxicas.
Naturalmente , no le escucharon. Siguieron repitiendo su mantra, acumulando e ingiriendo semillas de rencor y a la larga, no lograron librarse de la enfermedad.
Solo el perro y la oveja viajera lograron salvarse del veneno .
2 comentarios:
Un gran placer poder leer una historia tan bonita y modelica...!!!!
Tengo muchas. Este es el capítulo 96.
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