"El JARDÍN de ARMONÍA es un lugar precioso y nos cuidaban con mucho cariño, pero la vida allí no siempre era fácil. Éramos muchos, y no siempre congeniábamos unos con otros. A veces había peleas, sobre todo entre los machos y, en determinadas épocas del año, había mucho jaleo aunque nunca se llegaba a las patas. También había que pelear por la comida. Para los que habíamos nacido allí, como Gina y yo, todo ésto constituía un hábito, pero era mucho más difícil para aquellos pobres compañeros que eran abandonados allí por sus familias humanas. Cuesta imaginarlo, ya que yo siempre tuve buenas experiencias con los humanos. Cuentan que a veces los humanos adoptan a uno de nuestras crías para divertir a un niño humano. Esto suele ocurrir en esa época que llaman Navidad. Pasan los meses y empieza a hacer calor. Cuando el cachorro crece y empieza a hacer su aprendizaje normal para ser gato (trepar, saltar, dejar marcas con uñas o marcar territorio), su familia humana decide prescindir de el. Durante ese tiempo, el gatito se ha acostumbrado a recibir comida diariamente, sin tener que pedirla, y está acostumbrado a las comodidades de una casa. Cuando llegan al jardín, aquél es un mundo demasiado grande para un gato de salón. No saben buscar la comida ni protegerse de la lluvia ni el frío. Además, es sabido que entre los gatos hay algunos muy dominantes, que pegan y persiguen a los recién llegados. Muchos de ellos acaban en la calle, heridos o mueren por causa de uno de esos artefactos con ruedas. Son como juguetes rotos. La vida de los gatos en la calle es solitaria y breve. Muchas veces me he preguntado si, los que abandonan un animal, se preguntan alguna vez qué habrá sido de el".
"Vaya, nunca hubiera imaginado que los humanos pudieran ser tan crueles".
"Bueno, hay de todo, pero se les acusa como especie de estar causando la destrucción de su mundo e incluso, de haber llevado a la extinción a muchas especies animales".
"Entonces, ¿su mundo está en peligro?".
"Más de lo que imaginas, pero ya hablaremos de todo eso en otro momento". "Empieza a hacer demasiado calor. Paremos a descansar y a reponer energías".
Gina, que se había adelantado, se volvió hacia nosotros "Un poco más adelante hay un rio de aguas refrescantes. ¿Que os parece si paramos allí?.

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