lunes, 22 de septiembre de 2025

MABON, equinoccio de otoño

 

KASPER, OBIWAN y CLEMENTINA continuaban su viaje y seguían viviendo nuevas aventuras. 

Las horas de luz iban disminuyendo y también el calor sofocante. Las noches ya eran frescas y no venía mal acurrucarse.


La naturaleza también había cambiado poco a poco. Las cosechas estaban ya listas para ser recogidas .  Los árboles habían cambiado su tono verde intenso del verano por cálidos tonos ocres, amarillos y naranjas y era un placer caminar sobre el tapiz multicolor que dejaban al desprenderse de sus hojas. Así es la naturaleza, descansar y dejar ir para renacer con más fuerza.... Esa es la lección de los arboles. 

Hacia un viento agradable que removía y hacia volar las hojas. Eran como las flores del otoño. El último regalo de los arboles hasta la próxima  primavera...la rueda de la vida. 

Como buenos amigos, su conversación siempre era amena y con frecuencia trataba sobre su vida con sus humanos que nunca olvidarían pero también sobre cual sería su próxima aventura.

¿"Os  habéis fijado en ese pequeño ser de color rojizo que lleva un rato detrás de nosotros, saltando de árbol en  arbol"?,  preguntó CLEMENTINA. 

OBIWAN se detuvo y con su audacia de guerrero, inquirió al pequeño desconocido."Eh, ¿quien eres tú y porqué nos estás siguiendo?"

"Buenas tardes. Soy un habitante del bosque . Me llamo RUIBARBO y soy una ardilla. Todos los seres del bosque hemos estado recolectando alimentos de las última cosecha para poder hacer frente al invierno. Todos los soles celebramos nuestra fiesta de agradecimiento por la cosecha con un gran banquete en el que cada uno de nosotros aporta una pequeña parte de lo que haya recolectado.  MABON, es el momento en que hay un equilibrio entre el día y la noche, antes de  que llegue el frío y SAMHAIN. Es costumbre invitar a forasteros a participar en nuestra fiesta. ¿Os gustaría acompañarnos?" 

"Si mis compañeros están de acuerdo, os acompañaremos con mucho gusto y también os agradecemos vuestra generosidad ", respondió KASPER.

OBIWAN asintió con la cabeza. La ardilla les guió hasta el claro de un magnífico bosque de mil colores. 


Varios animales se encontraban ya allí, depositando sus regalos sobre un lecho de hojas multicolores. 




Prometia ser una gran fiesta.



Al caer la tarde apareció BANBHA, la diosa del otoño y de la madre tierra, montada en un majestuoso ciervo. Como era su costumbre, lo primero fue abrazar al árbol más anciano del bosque para agradecer que él y los suyos dieran sombra y cobijo a todos las criaturas. Era la fiesta del agradecimiento a la naturaleza. 


Los juegos habían comenzado. 
¿Quién lograría recoger más piñas o comer más arándanos o perseguir más semillas de dientes de león en menos tiempo?




De nuevo , el banquete fue todo un éxito. Nadie quedó decepcionado.



Había anochecido y la luna estaba baja.  "U-HUUUU, U-HUUUU...Es tarde", dijo el búho con su sonido ululante. 



Fueron los linces los primeros en mostrar cansancio. 


También nuestros amigos estaban rendidos y necesitaban descansar para poder continuar con sus aventuras al día siguiente, Tras dar las gracias a los habitantes del bosque por su hospitalidad, se acurrucaron bajo un árbol . CLEMENTINA trepó y se acomodo entre las ramas del árbol, como era su costumbre. Le gustaba ver el mundo desde otra perspectiva y sentirse protegida. 
Había sido un día largo pero con nuevos amigos y experiencias. 



domingo, 7 de septiembre de 2025

PASAJEROS de la NOCHE

Las tardes se iban acortando.               El frío empezaba a notarse ya al anochecer. Guarecida por su suave abrigo gris plateado, la dama rusa se arrebujó en el asiento del antiguo tren. Era una belleza exótica de pómulos altos y ojos verdes rasgados. Sin embargo, su expresión reflejaba la profunda tristeza de quien dejaba atrás toda una vida y muchos recuerdos, amigos muy queridos. Sobre todo, su querida amiga, casi una hermana, que un día se fue para no volver. Todo se había desmoronado desde entonces. Su salud se había resentido tanto en últimos tiempos...tratando de olvidar lo que pasó en aquel frío hospital, quedó sumida en un profundo sueño.

La despertó el sonido de la puerta corrediza del vagón que había dado entrada a un nuevo pasajero de piel pálida. Llevaba  un gorro y una curiosa mascara negra que le cubria  la boca. Tener que compartir vagón con un desconocido le resultaba incómodo.

 Entretanto había anochecido completamente. Una enorme luna plateada que se tornaba rojiza, iluminaba los interminables campos de maíz. 

Era la luna del maíz o luna de la cosecha que precede al otoño. La vegetación iba mutando a cálidos tonos amarillos, ocres y rojos .

Los dos iban sumidos en las vidas que habían dejado atrás. Tenían más en común de lo que pudieran imaginar. Ambos tuvieron un triste comienzo, seguida de una vida feliz. 

El viajero pálido recordaba a su primera familia que inesperadamente habían decidido prescindir de el.      Sus comienzos en el JARDIN de ARMONIA, que no fueron fáciles, acostumbrado a tenerlo todo resuelto y una vida cómoda y fácil. Pero, gracias a su espíritu de supervivencia, pronto se adaptó a la vida el libertad y a sus cuidadores. Incluso encontró su grupo de amigos, porqué tener amigos hace la vida más agradable. 

Pasaron varios soles y entonces, ocurrió el milagro. Una nueva cuidadora lo llevó a su casa donde volvió a disfrutar de un hogar y nuevos amigos. Pero nada era inmutable. ¿Que habría sido de su amigo MARTE y porqué un día se fue para no volver?. ¿Donde habría ido?.

Llegaron nuevos amigos y hasta una amiga muy especial. Fue una época muy  feliz pero pasaron tres soles y su salud empezó a fallar. Algo no iba bien. Ya no disfrutaba de la vida como antes. Ni las latitas le interesaban y sólo quería dormir. Adelgazó y perdió fuerzas.   Sus últimos recuerdos..su humana que  lo abrazaba y lloraba .. cayó en un sueño muy profundo y de pronto, sin saber cómo,  había aparecido allí.

La historia era casi exacta a la de la pasajera de ojos tristes. 

Habían pasado muchas lunas y seguía en aquel tren, sin realmente encontrar su lugar pero todo estaba a punto de cambiar.

Sus mentes habían conectado sin palabras, o mejor dicho, sin maullidos porque, tal vez ya habréis adivinado que nuestros pasajeros eran dos gatos. Sus nombres eran LARA y NICO y  viajaban para cumplir una misión.


Pasó tiempo, a ratos dormían, a ratos, despertaban para quedar absortos viendo pasar los campos de maíz, listos para la cosecha , y las últimas brumas de la noche ante sus ojos.







Era difícil saber cuánto tiempo había pasado. Además, el tiempo es solo una abstraccion. Entraron en un largo túnel que parecía no tener fin. 

De pronto se hizo una claridad cegadora y el tren se detuvo tras un fuerte rechinar. 


NICO se estiró en su butaca para desentumecer sus músculos tras tantas horas y lo mismo hizo LARA. Curiosamente, de nuevo se sentían tan sanos y flexibles como hacia muchos soles. 

LARA miró por la ventana todavía con ojos soñolientos. Allá abajo en el andén había unos ojos de color turquesa y una patita de color café que la saludaban efusivamente.  !No podía creerlo.... Quién la estaba saludando era nada menos que su inseparable amiga ATHINA, la que tanto había extrañado!.              

Una vez reunidas de nuevo, unieron sus cabezas y se fundieron en mil topadas sin fin. 


NICO, que era un gato muy correcto, se había quedado un poco rezagado para no interferir, mientras se preguntaba, qué hacia alli.  Iba sumido en sus pensamientos cuando alguien le tocó la espalda insistentemente.  "Eh, coleguita, ¿ya no te acuerdas de tu amigo peludo, compañero de tantas siestas al sol?"  


Se quedó boquiabierto, como cuando veían una paloma al otro lado del balcón. "No puede ser, ¿que haces tú aquí?".


"Yo llegué aquí antes que tú, por eso desaparecí de un día para otro.  Nos han enviado aquí a los cuatro para ayudar a los gatos de un museo muy famoso,  a proteger y ser guardianes de tantas obras de arte. ¿Vamos?, nos están esperando"..

Tras una larguísima caminata, llegaron al fin a un enorme edificio de bonito color verde.                                Sorprendidos, vieron que había otros muchos como ellos , de todas razas y colores. Los gatos residentes los observaban con expectación y algunos les sonreían porque , a su manera, los gatos también saben sonreír. 








Un amable  gato blanco y negro  les recibió con un suave maullido..        "Me llamó MISHA. Sed bienvenidos al MUSEO HERMITAGE. Ser guardianes de obras de arte es un gran honor. 
Recorreréis con nosotros las salas y los jardines del museo y, a cambio, seréis admirados por los visitantes , alojados y cuidados con todo lujo y esmero .   No os faltará ningún día vuestra latita gourmet y vuestro churu."





















viernes, 29 de agosto de 2025

Memorias de una PALOMA

 Me llamo ALBA y soy una paloma. Alguna vez también fui joven y mi plumaje era de un blanco impoluto. Mis ojos eran vivos y miraban el mundo con curiosidad .    




El tiempo pasó y siento que probablemente no me queda mucho. Por eso quiero contaros mi historia. 

Las palomas tenemos una gran capacidad de orientación y muchas de mis antepasadas fueron grandes mensajeras en tiempos en que los humanos carecían de aparatos para comunicarse. También podemos ser deportistas.

En contra de lo que muchos humanos creen, los animales tenemos memoria, sentimientos y una inteligencia adaptada a nuestras necesidades vitales. Es mucho más que instinto. 

Recuerdo perfectamente a mis padres y mis hermanos.


Nacimos en un árbol en un patio precioso, lleno de flores y con una fuente de sonido cristalino.  



También el día de nuestro primer vuelo. Creía que no lograría remontar el vuelo pero fue emocionante comprobar que mis alas eran más fuertes de lo que pensaba. 

A ese siguieron otros muchos, planeando sobre montañas, valles y recorriendo grandes distancias. 




Era un mundo lleno de incentivos pero también de peligros. Hay aves rapaces o incluso gaviotas que suelen darnos caza. 

Y luego están los humanos que no tienen las ideas nada claras respecto a nosotras. Por un lado nos consideran  el símbolo de la paz y por otro, nos consideran una plaga porque dicen que ensuciamos sus edificios. Bien mirado, tampoco tienen las ideas claras respecto a la paz. 


Sigo con mi historia. Un día conocí a BRUNO. Era un palomo muy parecido a mi pero con unos preciosos ojos rojos. Las palomas formamos parejas para toda la vida y decidimos volar juntos y, en su momento,  formar una familia. 

En uno de nuestros viajes conocimos a una cotorra verde muy parlanchina.

 Ella nos contó que siguiendo la costa del GRAN AZUL hacia el norte, existía un lugar llamado JARDIN de ARMONIA , en el que los humanos eran muy amables y cuidaban a los animales . 


Seguro que sería un lugar perfecto para nosotros. Nos pusimos en marcha y volamos durante varias lunas.

Por desgracia, nuestra felicidad no duró mucho. BRUNO quedó preso en una red. Intenté ayudarle pero fue en vano. Desconozco que fue de él y eso me sumió en una gran tristeza. 

Volé y volé sin descanso pero me faltaba la energía. Mi mundo ya no era el mismo. 

Cuando por fin llegue al Jardín de ARMONIA, me sentia agotada y, tan al limite de mis fuerzas, que me eché a la sombra de un árbol bajo de anchas hojas. 


Pasaron horas y nadie reparó en mi. Solo una humana se acercó y me dió de beber agua muy fresca de una botella plateada. También dejó unas bolitas de comida . 


Bebí mucho pero habia pasado tanto calor que no sé si podré recuperar las fuerzas y llegar a disfrutar de este  jardín, el que hubiera sido nuestro paraíso. 

Otras aves están protegidas por los humanos y tienen incluso centros de recuperación de aves, pero no es el caso de nosotras las palomas. Somos demasiadas y eso nos hace demasiado comunes.

Somos el símbolo de la paz pero , ¿realmente les importa la paz?


PD.: El lorito parlanchín tenía razón.  Gracias a los cuidados de los humanos que siguieron dándome agua y comida, conseguí recuperarme y volver a volar. Hay una gran población de palomas en el jardín. También hay unos pocos seres peludos con largos bigotes que andan a cuatro patas pero me han comentado que son amigables y conviven con nosotras las palomas. Creo que he encontrado mi lugar.