Las tardes se iban acortando. El frío empezaba a notarse ya al anochecer. Guarecida por su suave abrigo gris plateado, la dama rusa se arrebujó en el asiento del antiguo tren. Era una belleza exótica de pómulos altos y ojos verdes rasgados. Su expresión reflejaba la profunda tristeza de quien dejaba atrás toda una vida y muchos recuerdos, amigos muy queridos y, sobre todo, su querida amiga, casi una hermana , que un día se fue para no volver. Todo se había desmoronado desde entonces . Su salud se había resentido tanto en últimos tiempos...trataba de olvidar lo que pasó en aquel frío hospital y quedó sumida en un profundo sueño.
La despertó el sonido de la puerta corrediza del vagón que había dado entrada a un nuevo pasajero de piel pálida. Llevaba un gorro y una curiosa mascarilla negra que le cubria la boca. Tener que compartir vagón con un desconocido le resultaba incómodo.
Entretanto había anochecido completamente. Una enorme luna plateada que se tornaba rojiza, iluminaba los interminables campos de maíz.
Era la luna del maíz o luna de la cosecha que precede al otoño. La vegetación iba mutando a cálidos tonos amarillos, ocres y rojos .
Los dos iban sumidos en sus vidas que habían dejado atrás. Tenían más en común de lo que pudieran imaginar. Ambos tuvieron un triste comienzo, seguida de una vida feliz.
El viajero pálido recordaba a su primera familia que inesperadamente habían decidido prescindir de el. Sus comienzos en el JARDIN de ARMONIA, que no fueron fáciles, acostumbrado a tenerlo todo resuelto y una vida cómoda y fácil. Pero, gracias a su espíritu de supervivencia, pronto se adaptó a la vida el libertad y a sus cuidadores. Incluso encontró su grupo de amigos, porqué tener amigos hace la vida más agradable.
Pasaron varios soles y entonces, ocurrió el milagro. Una nueva cuidadora lo llevó a su casa donde volvió a disfrutar de un hogar y nuevos amigos. Pero nada era inmutable. ¿Que habría sido de su amigo MARTE y porqué un día se fue para no volver?. ¿Donde habría ido?.
Llegaron nuevos amigos y hasta una amiga especial. Fueron tiempos felices pero con el tiempo, su salud había empezado a fallar. Ya no disfrutaba de la vida como antes. Sus últimos recuerdos..su humana lo abrazaba y lloraba .. y de pronto, sin saber cómo, había aparecido allí.
La historia era casi exacta a la de la pasajera de ojos tristes.
Habían pasado muchas lunas y seguía en aquel tren, sin realmente encontrar su lugar pero todo estaba a punto de cambiar.
Sus mentes habían conectado sin palabras, o mejor dicho, sin maullidos porque, tal vez ya habréis adivinado que nuestros pasajeros eran dos gatos. Sus nombres eran LARA y NICO y viajaban para cumplir una misión.
Pasó tiempo, a ratos dormían, a ratos, despertaban para quedar absortos viendo pasar los campos de maíz, listos para la cosecha , y las últimas brumas de la noche ante sus ojos.
Entraron en un largo túnel que parecía no tener fin.
De pronto se hizo una claridad cegadora y el tren se detuvo tras un fuerte rechinar.
NICO se estiró en su butaca para desentumecer sus músculos tras tantas horas y lo mismo hizo LARA.
Miró por la ventana y allá abajo en el andén había unos ojos de color turquesa y una patita de color café que la saludaban efusivamente. !No podía creerlo. Quién la estaba saludando era nada menos que su inseparable amiga ATHINA, la que tanto había extrañado!.
Una vez reunidas de nuevo, unieron sus cabezas y se fundieron en mil topadas sin fin.
NICO se había quedado un poco rezagado. Inesperadamente, alguien le tocó la espalda. "Eh, coleguita, ¿ya no te acuerdas de tu amigo peludo, compañero de tantas siestas al sol?"
Se quedó boquiabierto, como cuando veían una paloma al otro lado del balcón. "No puede ser, ¿que haces tú aquí?".
"Yo llegué aquí antes que tú, por eso desaparecí de un día para otro. Nos han enviado aquí a los cuatro para ayudar a los gatos de un museo muy famoso, a proteger y ser guardianes de tantas obras de arte. ¿Vamos?, nos están esperando"..